Desde la madrugada empezó a llover. A las seis salgo.
Las calles están solitarias. A veces aparece un carro, una moto. Las aceras
están resbaladizas. La niebla espesa impide la visibilidad. La catedral no se
ve, pero sus campanadas se esparcen entre los árboles fantasmagóricamente difuminados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario