miércoles, 29 de septiembre de 2021

LA CONTROVERSIA SOBRE SIMÓN BOLÍVAR EN COSTA RICA

 



 [Estatua de Simón Bolívar en el parque Morazán, en San José. Rafael Pacheco Granados]

LA CONTROVERSIA SOBRE SIMÓN BOLÍVAR EN COSTA RICA


Culto y pasión. El Libertador desató controversias en sus días conmemorativos

 

David Díaz Arias david.diaz@ucr.ac.cr

 

El Libertador, Simón Bolívar (1783-1830), ha sido una referencia fundamental en la historia de los países del norte de Suramérica. Allí, Bolívar es objeto de un culto desde antes de su muerte, culto que ha llevado a grupos a pelear por su recuerdo. Sin embargo, esa representación de Bolívar no ha sido exclusiva de los llamados “países bolivarianos” pues en Costa Rica también se emprendió un culto al recuerdo del Libertador ya desde el siglo XIX.

Al estudiar el discurso festivo nacionalista de la fiesta de la independencia costarricense, encontramos cómo la figura Bolívar aparecía mencionada constantemente.

 

En esos discursos, el Libertador adquirió características divinas cada vez que se lo mencionó. Su empeño por la emancipación hizo que se lo catalogara como el héroe de América.

 

Así lo recordaba en 1874 Vicente Herrera, secretario de Relaciones Exteriores de Costa Rica, y así también lo idealizaba el señor Pedro Matarrita en 1892 en Nicoya, al referir: “A ese hombre extraordinario y prodigioso debemos el pacto regenerador de libertad e independencia que al presente gozamos”.

Incluso en setiembre de 1903, Marcelino Argüello, presidente de la Junta de Educación de Santiago de Puriscal, soñaba con una representación visual de la obra de Bolívar.

 

Fiesta. Ya en 1918, un grupo de estudiantes de Derecho le planteó al Congreso establecer una fiesta para recordar a Bolívar, mas esta iniciativa recibió una dura reprimenda de parte del intelectual Mario Sancho. En un documento recopilado por Flora Ovares y Seidy Araya y fechado 18 de agosto de 1918, desde Managua, Sancho arremetió contra Federico Tinoco y su Congreso.

 

Sancho indicó a los estudiantes que “un Congreso formado al gusto por un bribón”, compuesto por “una camarilla de vividores que están usurpando el título del Congreso en un país tiranizado por el más vulgar y desatentado dictador”, no podía establecer la fiesta al genio libertador de Bolívar sin mancillar la memoria del prócer.

 

 

Igualmente, Sancho instó a los estudiantes a hacer votos porque cayera aquel régimen y así honrar a Bolívar.

Aun así, los anhelos de aquellos ciudadanos tomaron forma en 1920 cuando, ya caído Tinoco, el Congreso declaró el 24 de julio como día festivo en las escuelas en honor a Bolívar.

 

En el decreto se expresaba que Bolívar era una de las figuras “más descollantes de la Historia Americana” y que “el día en que este hombre admirable vino al mundo nació la aurora de la libertad indo-española”.

 

Ya el 24 de julio de 1921, el Diario de Costa Rica dedicó su primera plana a Bolívar e indicó:

 

“Le ha llegado a Costa Rica la hora de honrar la memoria del más ínclito de los sudamericanos: de perpetuar en una plaza la memoria de este genio que se llamó Simón Bolívar, honra y prez de América, orgullo de los pueblos iberoamericanos, admiración de la vieja Europa y exponente de la fusión de dos razas”.

¿De qué plaza hablaban? Del Parque Bolívar. Según el Diario de Costa Rica , el 24 de julio de 1921 hubo una “parada militar” con motivo de la inauguración del parque.


[El Parque Zoológico y Jardín Botánico Nacional Simón Bolívar se sitúa en el barrio Amón de San José.]

Florencia Quesada ha documentado el proceso de creación de ese parque zoológico . Ella indica que el terreno fue cedido a la municipalidad en 1906, y que esta acordó dedicarle el futuro parque al Libertador en 1916. En 1924 se puso allí un busto a Bolívar y a finales de 1930 se llevaron los animales.

 

El 24 de julio de 1924, La Tribuna llamaba a Bolívar “la más grandiosa figura de la epopeya magna que fue la independencia de la América indohispana”.

 

Ese mismo periódico indicaba lo siguiente:

 

“A los niños corresponde, pues, celebrar el natalicio de este grande hombre de América. En las escuelas se ha de explicar ampliamente a la juventud por qué este día se suspende la labor y se dedica un pensamiento al libertador de tantos pueblos, al que dio vida la independencia de tantos pueblos. Al grande hombre del valor y de las ideas que supo ser a un tiempo mismo hombre y maestro sempiterno de las naciones”.

 

Estatua.

Sin embargo, la coronación de este culto costarricense a Bolívar no ocurrió un 24 de julio, sino un 15 de setiembre. Ese día de 1931, se develó una estatua al Libertador en el parque Morazán, en San José.

 

[Estatua de Simón Bolívar en el parque Morazán, en San José. Rafael Pacheco Granados]

En la mañana de aquel día hubo una amplia concurrencia de políticos, intelectuales, educadores, colegiales, militares, cruzrojistas y un gran público convocado para la ocasión.

 

El presidente Cleto González Víquez descubrió la estatua, en cuyos pies había múltiples coronas florales. Don Leónidas Pacheco exhortó a la concurrencia y, entre otras cosas, advirtió:

 

“Bien escogido […] el sitio en que se erige este monumento.

 

“Cabe [cerca de] una de las principales escuelas de esta ciudad, los numerosos grupos de niños y niñas que la frecuentan tendrán ocasión de familiarizarse con la noble figura del ilustre americano cuya prestancia es subyugadora, y en sus jóvenes almas se despertará el deseo de investigar los repliegues de aquel alto temperamento moral y las cumbres de aquel intelecto que fue prodigioso y privilegiado”.

 

¿De dónde había salido aquel monumento? Fue un regalo del coronel venezolano Rafael Ernesto Pérez Luna, “como demostración de simpatía para Costa Rica”. Sin embargo, en ese detalle del obsequio residió una de las críticas más fuertes que se elevaron en el contexto de aquella celebración.

 

Unos ciudadanos, encabezados por Arnoldo Ferreto, Carlos Luis Sáenz, Luisa González, Carmen Lyra, Joaquín García Monge y otro conjunto de intelectuales, escribieron una crítica al regalo en el Repertorio Americano de agosto de 1931.

 

Entre otras cosas, la crítica decía que Pérez Luna era “un servidor de la tiranía de Juan Vicente Gómez, que lleva ya muchos años de azotar Venezuela”.

 

Los intelectuales afirmaban que el Bolívar de ellos (los críticos) no era aquella estatua, sino “el Bolívar de Martí, fuerza extraordinaria canalizada para alumbrar pueblos, símbolo de una aspiración infinita de mejoramiento físico y moral”.

 

La crítica quizás haya sido estimulada por la versión de Venezuela que esas personas habían recibido de Rómulo Betancourt. Según Alejandro Gómez, ese político venezolano llegó Costa Rica a finales de 1929 y se hizo amigo de aquellos jóvenes e intelectuales que fundarían el Partido Comunista en 1931.

 

Así, la fiesta a Bolívar se había iniciado con una tremenda crítica de Sancho a la Costa Rica gobernada por Tinoco y fue coronada, 13 años después, por un cuestionamiento al régimen venezolano del que procedía la estatua de Bolívar. Esta aún vigila una de las entradas al parque Morazán.

 

En todo ello también hubo cierta ironía. En los siguientes años de la década de 1930, la fiesta a Bolívar comenzó a diluirse.

 

El parque en el que se develó la estatua lleva por nombre “Francisco Morazán”, en lugar de cumplirse el recuerdo del Libertador, muchos de los que pasan por aquel sitio piensan que quien sostiene la espada no es Bolívar sino Morazán.

La Nación . 30 de agosto de 2015.

El autor es catedrático de historia en la Universidad de Costa Rica

 

 

 

 

 

 

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[63] LOS PÁJAROS DE CIUDAD QUESADA.

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